viernes, 22 de junio de 2012

Conferencia de Ricardo Rivadeneira en la Biblioteca Luis Ángel Arango 29 de junio de 2012, 4 pm. Historia urbana comparada. http://razoncartografica.com/2012/06/21/club-de-mapas-viernes-29-de-junio-historia-urbana-y-cartografia-comparada/

lunes, 11 de junio de 2012

Omar Olivares Sandoval reseña el libro Macro-cosmum Carto-graphica de Ricardo Rivadeneira

Omar Olivares Sandoval, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM reseña el libro Macro-cosmum Carto-graphica de Ricardo Rivadeneira. En: Revista Investigaciones Geográficas, México D.F., Boletín 77, 2012, pp. 136-137. http://scholar.googleusercontent.com/scholar?q=cache%3AMwb4k9E6tHwJ%3Ascholar.google.com%2F+ricardo+rivadeneira&hl=es&as_sdt=0

Análisis estructural de un texto

Análisis estructural de un texto Leer muchos trabajos y ensayos es una actividad que muchas veces resulta tediosa para un profesor. Desarrollar destrezas de lectura eficiente debe ser una tarea fundamental para quien desee avanzar en sus anhelos de superar barreras intelectuales. Sinceramente, soy de la idea que prefiero invertir más tiempo en leer a los clásicos que quedarme rumiando textos mal redactados, confusos y sosos. Sin embargo, uno como profesor se encuentra en contadas ocasiones con trabajos que han sido elaborados por unos pocos estudiantes en donde las calidades de un profesional son evidentes, desafortunadamente esos textos son pocos y por ende la lectura rápida de aquello que llamamos "el promedio" debe permitir ubicar estas maravillas para luego así disfrutarlas con mayor detenimiento. En mi caso, he desarrollado una rutina de lectura, quizás a algunos les sorprenda que lo haga de manera breve, pero me toca hacerlo por las razones que ya he expuesto, proceso que quiero compartir. 1. Me importa mucho el mantra, es decir el título. En Historia y en otras disciplinas creo que uno puede tener un título sugestivo al comienzo, seguido de un subtítulo que de cuenta de qué es lo que uno ha trabajado de manera clara, con espacios geográficos y límites de tiempo muy específicos. 2. Me causa una curiosidad mayúscula el saber qué libros y fuentes han nutrido el trabajo, entonces de manera instintiva me voy a la última sección del trabajo, donde espero encontrar una nutrida bibliografía. Me interesa que existan textos clásicos, pero además libros de producción reciente, pues en ellos uno puede detectar el estado de la discusión que se está dando en el momento sobre un tema. 3. Luego me voy a la tabla de índice. Ahí espero encontrar todo el menú de un excelente restaurante, donde hay variedad y profundidad, en medio de una estructura magistralmente definida. Los nombres de los capítulos son como los platos que se van sirviendo y que en últimas definen el banquete de la lectura. Personalmente odio la numeración de subcapítulos en derivadas, esos racimos enunciados como 1.1.2.1 me parecen de informe de laboratorio y no tan necesaria en una tesis del campo de las ciencias humanas. Como lo dije en otro texto, la idea es escribir un libro y por ende pienso como editor de libros, y lo que uno espera es que los capítulos sean unidades de conocimiento que se abren y cierran en sí mismas, pero que constituyen y hacen parte de un todo lógicamente organizado. Aunque me encanta la literatura, prefiero que el consecutivo esté organizado en función de una lectura lineal que encontrarme con sorpresas tipo Rayuela, donde hay varias formas de leer. Lo digo porque uno, como director, muchas veces, tiene que reorganizar y variar la secuencia tratando de que la cosa fluya lo mejor posible. En ese sentido, el autor debe hacer su mejor esfuerzo para hacerse comprender. La idea no es hacer un texto críptico, no se trata de onanismo intelectual. 4. Mi formación me ha llevado a tener una sensibilidad especial por la historia de las imágenes, en esa medida espero que un texto las tenga, pero que además no funcionen como simple relleno sino que hagan parte de la composición sinfónica (aquí sigo las ideas de Jorge Arrieta Otero) del libro. He realizado muchos trabajos de esta índole en el ámbito editorial de la Historia y creo que un historiador si puede hablar de las imágenes, basta con mirarlas con detenimiento y cruzarlas con otro tipo de información, estoy seguro que el resultado es maravillloso, pues las imágenes brindan información que generalmente no ha sido registrada documentalmente. Solo debo indicar un aspecto final sobre este apartado y es que el autor debe ser además consciente de que las imágenes no son fuentes de incuestionable veracidad, pues ellas, como productos de la mente humana también han sido elaboradas obedeciendo a un fin. Las imágenes pueden servir como fuente, pero además los autores requieren expresar sus resultados mediante tablas y cuadros explicativos, es allí donde las conclusiones cuantitativas producen una cartografía que debe ser amable y de fácil lectura. Hacer Historia es producir además material nuevo de conocimiento para la comprensión de la misma y las imágenes son un recurso muy importante para lograr transmitir las ideas, pero especialmente para captar la atención del público lector. 5. Las notas a pié de página. Si bien existe un texto que viaja en la superficie del libro, que es ese texto grueso o mayor, también existe un sistema cifrado de notas que viajan en lo más profundo de este mar de conocimiento. Hablamos de las notas a pié de página, las cuales constituyen un sistema en clave (Idem, Ibid. Op.cit., o expresado en otras denominaciones) que el autor debe dominar, pues ahí se encuentra el genoma del texto. Confieso que un profesor adiestrado en la lectura puede detectar si un trabajo es un simple resumen de una fuente, citada en extenso (cosa muy aburrida), o por lo contrario si hay una orquestación adecuada de fuentes de consulta. La Historia por ser un arte de construcción textual encuentra aquí una aproximación al hipertexto, pues son varias partituras las que van funcionando, tanto arriba como abajo en el texto; ese simple hecho produce posibilidades para trabajar un documento de manera polifónica (donde van sonando varias voces a la vez). No olvidemos que la tarea de un investigador es cotejar, comparar y contrastar fuentes para emitir explicaciones que se ubiquen en el marco de lo creíble y que opten al título de plausibles. 6. Finalmente, la redacción no debe ser farragosa, ni pomposa, rimbombante y mucho menos conducir a enaltecer la arrogancia del autor. Si bien es importante generar y conducir debates en el texto, también se torna fundamental el hacerlo en medio de hábitos donde la elegancia y la cortesía se constituyen en pilares de la construcción de una comunidad académica que trabaja para superar sus problemas más sentidos, trascendentes o inmediatos y no para generar mayor nivel de frustración y entropía en el mundo de las ideas escritas. 7. Leer un libro debe ser una experiencia placentera, muy cercana a la satisfacción que produce hacerlo. Ricardo Rivadeneira.